Cantabria es uno de esos destinos que te atrapan desde el primer momento. Su mezcla de mar bravío perfecto para el surf, montañas imponentes, pueblos con encanto, los numeros espacios dedicados al turismo activo y una gastronomía que te hace salivar solo de pensarlo la convierten en un lugar perfecto para una escapada de una semana. Si estás planeando un viaje a esta región del norte de España, prepárate para descubrir Santander, su elegante capital, y un sinfín de rincones espectaculares a su alrededor. En este artículo te cuento todo lo que necesitas saber para aprovechar al máximo siete días en Cantabria: qué ver, qué hacer, las mejores playas, los pueblos más bonitos, castillos que no te puedes perder y las ciudades que no te puedes perder. ¿Listo para el viaje? ¡Vamos allá!

Día 1 y 2: Santander, la Joya del Cantábrico
Comenzar tu aventura en Cantabria por Santander es casi obligatorio. La capital cántabra tiene ese aire señorial que te envuelve mientras paseas por sus calles y te ofrece un equilibrio perfecto entre ciudad, naturaleza y mar. Dedica tus dos primeros días a explorarla sin prisas.
Qué Ver en Santander
Santander tiene mucho que ofrecer, así que organízate bien para no perderte nada. Empieza el primer día con un paseo por el Paseo de Pereda, una avenida frente al mar llena de edificios históricos y cafeterías con encanto. Desde aquí, la vista de la bahía es espectacular, y si te animas, puedes acercarte al Centro Botín, un museo de arte contemporáneo con una arquitectura que no pasa desapercibida. La entrada cuesta unos 8 euros, pero merece la pena por las exposiciones y las vistas desde su terraza.
A pocos pasos está la Catedral de Santander, un edificio gótico que sobrevivió al gran incendio de 1941 y que hoy combina historia con una atmósfera tranquila. Después, dirígete a la Plaza Porticada, el corazón del centro histórico reconstruido, ideal para tomar algo en una terraza mientras observas el ir y venir de la gente.
El segundo día, pon rumbo a la Península de la Magdalena, uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad. Este parque frente al mar alberga el Palacio de la Magdalena, antigua residencia de verano de los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia. Puedes entrar con una visita guiada (unos 5 euros) y maravillarte con sus salones y vistas al Cantábrico. Además, en el parque hay un pequeño zoo con pingüinos y focas, perfecto si viajas con niños.
No te vayas sin visitar las playas del Sardinero, las más famosas de Santander. La Playa Primera del Sardinero y la Playa Segunda son ideales para un baño si el tiempo acompaña, aunque el agua del Cantábrico siempre está fresquita. Si prefieres algo más salvaje, camina hasta la Playa de Mataleñas, escondida entre acantilados y menos concurrida.
Qué Hacer en Santander
Además de sightseeing, Santander invita a disfrutar de su ambiente. Una de las mejores cosas que hacer es un paseo en barco por la bahía. Hay opciones de una hora por unos 12-15 euros que te llevan hasta la isla de Mouro y el Faro de Cabo Mayor, con vistas increíbles de la ciudad desde el agua. Si te gusta el senderismo, sube al Faro de Cabo Mayor a pie desde el Sardinero; el camino entre acantilados es una delicia.
Y, por supuesto, no te pierdas la gastronomía. En la Plaza de Cañadío encontrarás bares de pinchos donde probar rabas (calamares fritos), anchoas de Santoña o un buen cocido montañés. Para una comida más contundente, el Restaurante Cañadío es una apuesta segura, con platos como la merluza en salsa verde.
Día 3: Costa Quebrada y Liencres
El tercer día, alquila un coche y explora los alrededores de Santander. A solo 15-20 minutos al oeste está la Costa Quebrada, un tramo de litoral con playas salvajes, acantilados y formaciones rocosas que te dejarán boquiabierto.
Playas Imperdibles
La Playa de la Arnía es una de las más fotogénicas, con sus rocas emergiendo del mar como esculturas naturales. Si buscas algo más tranquilo, la Playa de Portio es pequeña pero encantadora, perfecta para desconectar. Y no te pierdas la Playa de Valdearenas, en Liencres, con sus dunas y pinares protegidos dentro del Parque Natural de las Dunas de Liencres. Es ideal para un paseo o un picnic con vistas al Cantábrico.
Además de disfrutar de las playas, sube al Mirador de La Picota, en Liencres. Es un ascenso corto (unos 30 minutos) que recompensa con panorámicas espectaculares de la costa. Si te animas, explora el Molino de Bolao, un rincón mágico cerca de Cóbreces donde un viejo molino se asoma a acantilados de vértigo.
Para comer, prueba el Restaurante El Pescador en Liencres, famoso por sus pescados frescos y arroces. Un plan redondo para un día entre mar y naturaleza.

Día 4: Santillana del Mar y Comillas
El cuarto día te lleva al oeste de Cantabria, a dos de sus pueblos más bonitos: Santillana del Mar y Comillas, a unos 30-40 minutos de Santander.
Santillana del Mar
Conocida como “el pueblo de las tres mentiras” (ni es santa, ni llana, ni tiene mar), Santillana del Mar es un viaje al pasado con sus calles empedradas y casas de piedra. Visita la Colegiata de Santa Juliana, un joya románica del siglo XII, y pasea por la Plaza Mayor, llena de tiendas de artesanía y sobaos pasiegos. A 2 kilómetros está el Museo de Altamira, con una réplica de las famosas pinturas rupestres. Reserva online (unos 3 euros) para evitar colas.
Comillas
A 15 minutos de Santillana, Comillas te sorprenderá con su arquitectura modernista. El Capricho de Gaudí, una casa de colores diseñada por el genio catalán, es visita obligada (entrada: 7 euros). También merece la pena el Palacio de Sobrellano, con su capilla gótica, y la Universidad Pontificia, que domina el pueblo desde lo alto. Termina el día en la Playa de Comillas, perfecta para un atardecer tranquilo.
Para comer, el Restaurante La Aldea en Comillas ofrece cocina cántabra tradicional con un toque moderno. Prueba las cocochas de bacalao o el lechazo.

Día 5: San Vicente de la Barquera y la Cueva El Soplao
El quinto día combina costa y montaña con una visita a San Vicente de la Barquera y la Cueva El Soplao.
San Vicente de la Barquera
A unos 50 minutos de Santander, este pueblo pesquero enamora con su castillo medieval, su iglesia gótica y el puente de la Maza sobre la ría. Pasea por el casco viejo y disfruta de las vistas de los Picos de Europa al fondo. La Playa de Merón, a 10 minutos andando, es larga y salvaje, ideal para estirar las piernas o darte un chapuzón.
Cueva El Soplao
A 30 minutos de San Vicente, esta cueva es una maravilla geológica con estalactitas excéntricas que parecen desafiar la gravedad. La visita básica (13 euros) dura una hora e incluye un tren minero que te lleva al interior. Reserva con antelación en su web, especialmente en temporada alta.
Come en El Retiro en San Vicente, un clásico para probar mariscos y pescados frescos.
Día 6: Potes y los Picos de Europa
El sexto día te adentras en el interior de Cantabria rumbo a Potes y los Picos de Europa, a unas 2 horas de Santander.

Potes
Este pueblo en el corazón de la comarca de Liébana es pura esencia montañesa. Sus puentes de piedra, la Torre del Infantado y sus calles llenas de casonas blasonadas te harán sacar la cámara sin parar. Prueba el cocido lebaniego en el Restaurante Casa Cayo, un plato contundente con garbanzos, carne y patata que te recarga energías.
Picos de Europa
Desde Potes, sube al Teleférico de Fuente Dé (17 euros ida y vuelta) para unas vistas espectaculares a 1.800 metros de altura. Si te gusta el senderismo, haz la ruta de los Puertos de Áliva, un camino de unas 4 horas entre paisajes alpinos. Lleva calzado cómodo y agua, porque el terreno es exigente pero las vistas valen cada paso.
Día 7: Castro Urdiales y Santoña
Para cerrar la semana, explora el este de Cantabria con Castro Urdiales y Santoña, a unos 45 minutos de Santander.
Castro Urdiales
Este pueblo marinero fronterizo con el País Vasco combina un casco viejo lleno de historia con un puerto animado. Visita la Iglesia de Santa María, un impresionante templo gótico, y el Castillo-Faro, con vistas al mar. La Playa de Ostende es perfecta para un último baño.
Santoña
A 20 minutos de Castro, Santoña es famosa por sus anchoas, consideradas de las mejores del mundo. Pasea por el puerto, sube al Faro del Caballo (una ruta de 4 horas con 700 escalones, ¡prepárate!) o relájate en la Playa de Berria, una de las más bonitas de Cantabria. Compra unas conservas en el mercado local para llevarte un trocito de sabor a casa.
Come en La Chulilla en Castro Urdiales, donde el pescado fresco y las rabas son protagonistas. Es un broche perfecto para tu viaje.

Playas de Cantabria: Más Allá de Santander
Cantabria tiene más de 90 playas a lo largo de sus 285 kilómetros de costa, y muchas son auténticas joyas. Además de las ya mencionadas, apunta estas:
- Playa de Oyambre (cerca de San Vicente): Salvaje, con dunas y vistas a los Picos.
- Playa de Langre (Ribamontán al Mar): Rodeada de acantilados, ideal para surf.
- Playa de Somo: Perfecta para deportes acuáticos y con un ferry directo desde Santander.
- Playa de Luaña (Cóbreces): Tranquila y con acantilados espectaculares.
Pueblos y Ciudades Alrededor de Santander
Además de los destacados, Cantabria está llena de rincones con encanto:
- Bárcena Mayor: En el Parque Natural Saja-Besaya, un pueblo de postal con casas de piedra.
- Liérganes: Con su leyenda del Hombre Pez y un casco histórico precioso.
- Noja: Ideal para playa y relax, con la Playa de Ris como estrella.
- Laredo: Una villa costera con una playa urbana interminable y un casco viejo animado.
Otros consejos sobre gastronomía que no hemos mencionado y que no te puedes ir sin probar son los sobaos pasiegos, las quesadas y el orujo de Liébana.
En conclusión, siete días en Cantabria te dan para mucho: desde perderte en las calles de Santander hasta maravillarte con los Picos de Europa, pasando por playas de ensueño y pueblos que parecen sacados de un cuento. Es un destino que combina lo mejor del norte de España: naturaleza salvaje, historia viva y una cocina que te hace volver. Así que haz las maletas, planifica tu ruta y prepárate para enamorarte de esta tierra infinita. ¿Ya tienes tus billetes de avión?